Las pesadillas de Méndez
No podía dormir solo las pastillas los hacían conciliar el sueño, que
sueño ni que nada, cuando dormía venían esas pesadillas, entonces ya daba miedo
dormir, tan solo el pensar que pesadilla podría suscitarse, lo mantenía con el
ojo pelón, entonces venía el café y el cigarro, para entonces era la madrugada,
entonces caía en las sabanas.
Hay estaba Méndez luchando en medio de las
sabanas sudando, su cuerpo se retorcía como si le estuvieran dando choks
eléctricos, como si tuviera un ataque de epilepsia, apretando el puño y el
sudor que humedecía las sabanas.
Entonces la mente situaba el sueño, hay
estaba Méndez en medio de una noche obscura el y su patrulla, ve pasar un coche
a exceso de velocidad, emprende la captura lo al cansa el otro coche se para, y
el baja de su patrulla, el conductor baja la ventanilla, el copiloto es una
mujer bellísima le coquetea le enseña las piernas, el mete la cabeza sobre la
ventana para ver mas de cerca, pero lo toma del cuello y prende el
coche, lo arrastra varios metros, su cuerpo queda tirado sobre el asfalto,
Méndez despierta
fotografia, archivo colectivojoserevueltas
Es hora de ir a trabajar aunque ahora haya
dormido unas cuantas horas, se baña y se viste se ve en un espejo grande donde
se pueda ver su cuerpo completo, se ve algunas veces a soñado que no tiene
cabeza, que no la encuentra en el espejo, se pone su chaleco anti balas su
gorra sale de casa cuando se aleja recuerda que una ves soñó que se quemaba su
casa el había decidido tirarse del segundo piso y veía se cabeza desecha en la
banqueta, mientras la gente juzgaba su muerte.
Para entonces ya venia otra pesadilla
diferente esa que solo los hombresillos como el podían tener exceso, la de
patrullar la Ciudad.
Ya en la patrulla recuerda cuando llego a
casa de su mama presumiendo el empleo, policía hijo?, policía. Quien te manda
ser policía, tan buen hombre que podías ser.
A las tres semanas lo querían despedir se
había escondido tras una balacera, a la otra semana el se quería marchar. Para
ya asían eco las palabras de mama; Quien te manda muchacho a hacer polecia,
quien te manda.
Carlos Macias Esparza
Carlos Macias Esparza
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