lunes, 21 de enero de 2019

Morir en el desierto


Morir en el desierto

Debo confesar que yo robe para comer y nada mas era muy pequeño no me voy a disculpar con nadie, porque nadie entenderá que es traer el estómago vacío y no tener otra salida más que la de tomar lo que es nuestro y por derecho nos pertenece, nadie que no allá sido pobre sabrá lo es tener hambre, porque el hambre pega duro duelen las tripas y no hay otra salida más que la de pedir o robar, duraba noches sin dormir atormentado por el hecho el moral que me destruía la noche sabía que era solo unas panes de dulce que sacaba de algún supermercado pero no me dejaba dormir idea que me juzgaran como un ladrón, no yo no robaba para tener grandes casas o el último coche del año robe para comer y solo eso, no robaba desde una oficina o dependencia de gobierno, lo hice y ahora ya de grande no me arrepiento y se lo que hice y lo hice por rabia, por dolor por inocencia, por hambre. 

No sé cuántas veces he visto a niños detenidos en algún supermercado por robar un plato de comida me he acercado a dialogar su libertad y su comida que pocas veces lo he logrado esos casos me han hecho enojarme y ponerme triste por largas horas porque me recuerdo y porque se lo que es tener hambre, hambre de comer para vivir y nada más. Para los jodidos no hay más notas más que la salir quemado asesinado ante la mirada displicente del mundo, la mirada arrogante del ricos del mundo, en las fotografías de algunos Diarios no hay más que las letras en rojo y un listón que nos criminaliza nunca dicen siguen matando pobres y la doble moral de la gente que desde sus privilegios hablan de justicia, justica para quienes? Democracia para quién? 

Las mentadas circunstancias nunca son valoradas para construir un país de miles de pobres que solo quieren vivir dignos y libres solo eso no queremos su plata ni sus lujos solo vivir bien sin hambre con techo pan libertad democracia.

Carlos Macas Esparza 


miércoles, 2 de enero de 2019

Ciudad bajo la nieve








Ciudad bajo la nieve

                                                                                         Para Rubén Macías



Sepultados bajo el frío,

                                               bajo la nieve.

Cuando la frontera avisa del mal tiempo,
solo queda encerrarse dentro de uno mismo,
como quien dice aceptando la muerte.

Esta ciudad está llena de cruces
             y resumida

hasta hoy al silencio
de las estatuas.

Hay veces en que sólo queda escuchar a

               los pájaros.

Afuera los jóvenes evaden el encierro,
se pasean por las banquetas.

Ciudad de blues cantado por los morros
en las rutas,
eso me hace vivir.

Cientos sepultados en el río bravo,
esta noche bajo la nieve.

Vivir es lo que se quiere
y se ama.


Carlos Macias Esparza