viernes, 13 de julio de 2012




Articulo donde se menciona al colectivo José Revueltas  en la revista proceso.
Fragmento:
La explotación de los indocumentados mediante el trabajo masivo en las fábricas textileras indignó tanto a Carlos Macías Esparza que se decidió no sólo a escribir sobre la crueldad en su tierra natal, Ciudad Juárez, sino a conformar junto con su hermano Rubén el colectivo José Revueltas.


Texto integro
19 de septiembre de 2011 ·
Revista proceso
por Juan Pablo Proal
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El poeta Enrique Servín, en Chihuahua, lleva cinco años preparando una antología de textos inspirados en la barbarie que vive el país, mientras el escritor José Vicente Anaya coordina Poetas por la paz, un compendio de textos antibélicos. Y cientos más, en distintas latitudes, utilizan la palabra como arma contra la violencia, como Alfonso Peña Raigoza, Carlos Macías Esparza, Fernando Ruiz-Torres, Amaranta Caballero y Alfredo Espinosa.
Los poetas no permanecen indiferentes ante el dolor provocado por la guerra que sufre este país. Escritores de prácticamente todos los estados escriben de la realidad cotidiana. Las narcofosas, las ejecuciones y los levantados han sido llevados al verso, con una pretención común: detener el derramamiento de sangre.
A través de la historia múltiples poetas se han opuesto a la injusticia. Un ejemplo que toca de cerca a México es el del estadunidense Henry David Thoreau, quien confeccionó el ensayo La desobediencia civil, llevado a la práctica en 1846 cuando se negó a pagar impuestos cuando su país invadió México.
El poeta italiano Giuseppe Lanza del Vasto se unió en 1936 al Movimiento para la Independencia de la India. Y el estadunidense nacido en Francia, Thomas Merton, también monje trapense y maestro del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, fue uno de los mayores combatientes contra el racismo durante la Guerra Fría y la invasión a Vietnam.
Para el mexicano Fernando Ruiz, la poesía por sí sola carece del alcance para detener la guerra, pero si los poetas de este país se suman y llevan un mensaje de amor a la vida pública, como lo hace Javier Sicilia, comenzaría una revolución inimaginable.
Proceso entrevistó a seis poetas de distintas latitudes que en los últimos años han dedicado su trabajo en pro del pacifismo y la denuncia por la guerra contra el narcotráfico. También se ofrecen fragmentos de sus poemas.

Alfonso Peña Raigoza

A mediados de 2009, Alfonso Peña Raigoza, de Durango, súbitamente dejó de escribir. Las noticias de homicidios, enterarse de amigos asesinados, las balaceras y el constante ulular de las patrullas afectó tanto su estado de ánimo que no pudo seguir.
En abril de 2011, las autoridades informaron de la aparición de una narcofosa con 10 cadáveres. Horas después la cifra subió a 17. Y fue en aumento, como si se tratara de la multiplicación de un número infinito. Ahora se estima que hay alrededor de 300 cuerpos. Esos hallazgos inspiraron el poema Narcofosa I:

A dos pasos de la casa
cientos se pudrían escondidos
juntos
muertos
muertos
todos
vamos
y miramos la televisión
y ahí están,
ni modo que no
(…)
¿Alguno sería mi amigo?
Sé que amigos míos desaparecieron
(…)

Carlos Macías Esparza

La explotación de los indocumentados mediante el trabajo masivo en las fábricas textileras indignó tanto a Carlos Macías Esparza que se decidió no sólo a escribir sobre la crueldad en su tierra natal, Ciudad Juárez, sino a conformar junto con su hermano Rubén el colectivo José Revueltas.
Éste creó el proyecto independiente Otra Editorial, cuya misión es promover la libertad de expresión, porque “nos quitaron las calles”:
“La esperanza es no resignarse, la respuesta para seguir trabajando y no dejar caer este México”, cree con fe Macías Esparza, autor de Reconocer las llamas de otros mundos, texto publicado en el blog Poetas por la paz (www.pazpoetas.blogspot.com):

¿Escuchas el fuego?
Hay guerra en el otro mundo,
alguien que nos escucha en esa tierra,
nos ve y nos dibuja, sabe de
nuestro dolor.
Entonces nos vemos.
¿Escuchas el fuego?
Nosotros reconocemos ese olor
a la pólvora
esa que nos quiere aniquilar,
hay guerra abajo, entonces toco
tu puerta
para no decir tu corazón.
Te mandamos el correo, el antiguo
fax o la
más vieja palabra llamada poesía
tan sólo con
un pretexto;
Queremos un mundo donde quepan
muchos mundos.

Fernando Ruiz-Torres

Hay muchísimos poemas sobre la paz, asume el poeta budista Fernando Ruiz-Torres nacido en el Distrito Federal; lo que falta es llevar la poesía a la práctica:
“Los poetas deben ser los primeros que levanten la voz y lejos de hacer lectura de poesía de café o de regodearse de que ‘me acaban de dar un premio por tal cosa’. Hay que salir a las explanadas, a las calles y hablar no nada más de mi poema, sino de lo que hay atrás del poema.”
El poder de transformación de los artistas es asombroso, evalúa, pero para que esta mutación sea una realidad existe una condición inherente, “llevar el texto a la vida cotidiana”.
Pone de ejemplo al poeta Javier Sicilia, quien sufrió el asesinato de su hijo Juan Francisco a manos del crimen
organizado:
“Él no salió con un fusil a buscar venganza, él está actuando para transformar el estado de las cosas.”
Ruiz-Torres es autor de La mariposa de la paz:

En un enjambre todo parece caos, sin embargo, cada mariposa es el enjambre. Una guerra es un enjambre. Y todas nuestras mariposas invisibles. Son partícipes ya para alentar al opresor, ya para detener un proyectil. La pastora que domestica sus mariposas agresivas detiene al misil. El ciego que cría mariposas nocturnas fortalece al tirano. Tal es el efecto de la mariposa luna.

Amaranta Caballero

Es tijuanense y tiene 37 años, y no recuerda un solo tiempo de bonanza:
“Nunca he visto un avance en relación a la economía, educación o sistema de justicia mexicano que me haga pensar que algo mejor podrá suceder.”
Amaranta ganó la beca del Fonca en poesía en 2007-2008. Se percibe como parte de una generación de creadores unificada en torno a la violencia:
“Es evidente que la sociedad completa se ha sensibilizado de manera radical frente al problema de la inseguridad y el crimen organizado. Escribir sobre el acontecer social tanto como el personal es la pauta que han seguido muchas escritoras y escritores.”
Suyo es este fragmento de Lo nuevo. Lo que no existe:

Lo nuevo. Lo que no existe.
La vida delineando sus esquinas.
La vida mordiéndose las uñas.
Atropellada. Contraída.
Pidiendo disculpas a deshoras.
Doblando el tedio cada noche
para vestirlo interminable cada día.
La vida. La que no existe.
La que da las condolencias al rostro
en el espejo.
La que reconstruye los pedazos de
las risas de cualquiera.

Enrique Servín
y Alfredo Espinosa

Hace cinco años Enrique Servín, ganador del Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares, se decidió a emprender el proyecto de reunir poesía sobre el narcotráfico y la violencia. La idea original era seleccionar sólo textos regionales de su estado, Chihuahua. El poeta no se imaginó que más de 100 artistas le enviarían poemas los años siguientes.
“Me rebasó con mucho, sigue gente llegando, más poemas, mucha gente está participando.”
Han enviado sus versos poetas de Ciudad Juárez, Chihuahua, Distrito Federal, Guadalajara, Guanajuato, La Paz, Monterrey, Tijuana, la Sierra Tarahumara…
“El proyecto de la antología surgió como una protesta contra la creciente violencia que se veía aparecerse por todas partes. El México del neoliberalismo dejaba ver una sociedad crecientemente inhumana proclive a considerar a los individuos como sustituibles, desechables, una sociedad en la que únicamente el dinero y los grandes capitales tenían importancia. Esta es una cultura de la violencia que tiene que ver con una concepción de lo humano absolutamente degradada en la que únicamente el ego es lo que cuenta, la superioridad de los más fuertes expresada a través de las relaciones económicas.”
En la antología participa el poeta chihuahuense Alfredo Espinosa, ganador del Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde y autor de Vivo en un país muerto:

Vivo en un país muerto.
Animales feroces cercan la casa
convoys de hienas escuadrones
de serpientes
pájaros volando sobre un deshuesadero
Todo es un callejón sin sentido códices
de nostalgias disecadas un museo
de lenguajes
desleídos un sarcófago de flores
de plástico una red
de agujeros un crispado rojizo
borramiento.
Vivo en un país muerto.
Escribo la autobiografía de un
hombre muerto
Toda la oscuridad en el tintero Y el
dolor
rezumando sílabas negras

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