miércoles, 16 de marzo de 2016

¿Quién mató a Yesenia Pineda?



¿A quién culpar de la muerte de Yesenia Pineda?

Por Antonio Muñoz 


Yessenia, la joven madre de 20 años, la cual falleció el pasado 14 de marzo de sepsis abdominal, secundaria a contaminación por un desgarro vaginal que sufrió durante el nacimiento de su hija en el Hospital de la Mujer en Ciudad Juárez un año a atrás, viene a darnos un baldazo de agua fría en la cabeza. Y es que aquí salen a relucir varias cosas. Primero, la difusión tan amplia que le dieron los medios de comunicación, y la respuesta inmediata de indignación por parte de la sociedad civil en un contexto de intentona de privatización de los servicios de salud en todo México.

Todos y todas los que hemos acudido alguna vez a una institución pública de salud sabemos que estas son insuficientes e inoperantes, y que el trato que se recibe es de mala calidad, por no llamarlo inhumano; razón por la cual la noticia despertó tanto interés en la comunidad. Ahora, hay que analizar también el uso que le dan a esta terrible noticia los medios de comunicación oficiales, los cuales sólo se dedican a transmitir la noticia sin mencionar el contexto en el que ocurre esta tragedia.

En muchas de las notas periodísticas se puede leer: “muere por negligencia médica, cuando médicos le conectan por error el recto con la vagina”; o algo así por el estilo. He aquí cuando levanta revuelo dentro del gremio médico, que en su defensa argumentan que lo ocurrido no fue hecho de manera deliberada y que corresponde a riesgos propios de ese acto obstétrico. Pero el motivo de este artículo no es para establecer qué tipo de culpa fue la causante de la muerte de Yesenia, eso le corresponderá a alguna comisión de arbitraje médico. Lo que me interesa es poner sobre la mesa los usos que se le están dando a la noticia, así como analizar el comportamiento de linchamiento de la comunidad hacía los y las médicos, que si bien, sí son culpables, no lo son de manera aislada, ya que no hay mucho que hacer por una paciente en un hospital con escasez de recursos materiales y humanos, donde un solo médico/a tiene que atender a un número exagerado de pacientes, en el más estresante, jerárquico e inhumano de los ambientes.

Con esto se me viene a la mente el filososfo Naom Chomsky que nos dice que cuando el poder monopólico intenta despojar a los pueblos de sus conquistas y privatizar sectores públicos, como la salud, primero disminuye los presupuestos económicos destinados a estas, para así precarizarlas, desmantelarlas, y mostrarlas como inoperantes ante los ojos del pueblo, reafirmando la idea de que lo público no funciona y que esto se soluciona con iniciativa privada. A todo esto contribuyen muy bien los medios de comunicación oficiales repitiendo hasta el cansancio notas vacías dónde se desprestigia la seguridad social, pero sin hablar nunca de los presupuestos tan insignificantes que se le destinan a esta; cargando toda la culpa, y criminalizando a los profesionales de la salud, que en un futuro próximo, serán los que estén en las calles protestando cuando los despojen de sus derechos laborales al entrar en vigor las medidas privatizadoras.

La estrategia del poder es fácil, aunque no muy evidente a simple vista: enfrentar a los trabajadores/as y sus diferentes gremios entre sí, intentándonos hacer pensar que las culpas de los desastres en nuestra sociedad se deben a causas individuales; el ya tan trillado: somos holgazanes por herencia genética mexicana, y por tradición cultural; nada tiene que ver el modelo neoliberal.

Para contrarrestar esto tenemos que dar una lucha ideológica, que logre que todos los trabajadores/as se reconozcan como miembros de una misma clase, con enemigos comunes. Debemos también responsabilizarnos de nuestros actos como trabajadores/as de cualquier gremio, y reconocer nuestras culpas, que si bien, la mayoría de las veces es por inobservancia, e imprudencia debido a la carga excesiva de trabajo que llevamos a los hombros, son nuestras. Debemos reconocernos culpables, sí, pero por no levantarnos contra este sistema de despojo, por no confiar en él y la prójimo, y en la potencia liberadora de los pueblos.

¿Quién mató a Yesenia Pineda? La mató un modelo económico, político y social fratricida, que considera las vidas humanas como desechables, en aras de acrecentar las ganancias del capital. A Yesenia la mató el capitalismo, encarnado en instituciones públicas desmanteladas por la voracidad neoliberal; la mató la indiferencia de la población sobre temas de política, y la mató la violencia obstétrica y el sistema patriarcal que no da equidad a las mujeres en su vulnerabilidad de ser las que es su vientre reproducen la especie y en sus manos construyen el mundo.

El culpable… El capitalismo patriarcal, los que lo encarnan y sus representantes.








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